Soy
mujer y cada día me dan más miedo las mujeres. No todas. Sí
muchas. Hoy, sin ir más lejos, iba con la bici por la carretera de
Samil, zona de playa de Vigo, y aprovechando que una familia estaba cruzando por un paso de
peatones quise hacer lo mismo sin bajarme. En un coche negro grande,
muy grande, una pareja madura, unos cuarenta y tantos, cincuenta. Él
arranca y casi me atropella. Le digo, no ves que estoy cruzando.
Entre los gritos de la mujer, alaridos que recitaban, estúpida, mema, me dice él que con un vehículo no se puede cruzar por
un paso de peatones. Y, claro, tiene razón este buen hombre que
prefería atropellarme a desobedecer el código. La mujer seguía
regurgitando todo tipo de improperios. Entonces ya me encendí de
veras y le llamé idiota. Él me mira desafiante a través
del hueco de la ventanilla. Fue tu mujer la primera en insultarme, respondí a su desafío. Ahí, arrancó y se fue diciendo, burra, que eres una burra.
Probablemente este hombre de coche grande, muy grande, vuelva a tener razón,
en lo de que soy una burra, y no por no saber el código de
circulación, que más o menos lo conozco, y sé que no se puede
circular con ningún tipo de vehículo por un paso de peatones. Soy
una burra por haber entrado al trapo con este tipo de..., no sé,
listos, sobre todo ella. Qué miedo algunas mujeres, y soy mujer.
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