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Estoy
arreglando mis plantas de amorogos,
una especie de fresas pequeñas, en el huerto jardín, _cuando ya estoy hasta el moño del coño de
tanto trabajar, hurgar en la tierra me relaja, predispone, y estimula de
veras_, y presiento a Amador en su casa,
de vuelta de una de sus ausencias, después de ir primero a visitar el mar y
nadar en él. Antes me daba infinita
rabia y dolor que se fuera o que no viniera a verme nada más regresar. Ahora me
da un poco de rabia y un mucho de dolor. Pero que es la vida sin rabia, sin
dolor, sin tristeza, pues no es vida. La
felicidad consumista es una ñoñez que nos inventamos. La felicidad es
sencillamente seguir en pie a pesar de los pesares.
Pues
eso, le presiento trasteando por su casa
con sonrisa maliciosa, sabe bien que yo le intuyo y le fascina rebosar mis
ganas. Siempre llega de sorpresa, nunca
avisa, aun así, entre nosotros hay una comunicación que va más allá de lo
tangible. Sigo con las manos en mis
plantas y de repente le tengo abrazándome y besándome como si fuera la primera
vez. Isadora, dice, llenándosele la boca
de mí… Y sin más preámbulos nos enzarzamos a caricias y demás en el huerto
jardín que comunica nuestras casas.
_Hace mucho decidimos que si un día éramos pareja física cada uno
tendría su espacio y su tiempo al margen del otro. Una vez le eché yo a él de mi casa y otra él
a mí de la suya, y nos casi prometimos,
tácitamente, que eso no volvería a
pasar_.
…y nos
fecundamos las ganas…
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Os dejo también esta bellísima canción interpretada por Pasión Vega
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